La Educación Emocional y la Importancia de su Incorporación en el Sistema Educativo
Actualmente, nos encontramos dominados por un sistema educativo que con el paso de los años y siglos fue quedando obsoleto y perdiendo paulatinamente su utilidad, lejos de evolucionar en conjunto con la sociedad y aprovechar los descubrimientos científicos para renovar y reajustar sus métodos y prácticas. Por este motivo, es realmente importante preguntarnos y reflexionar sobre sus consecuencias en la sociedad en general y en sus participantes para visualizar todo aquello que le falta a este modelo tradicional en su aplicación. En ocasiones nos preguntamos: ¿Realmente esta institución nos forma como personas y nos prepara para la vida? En particular, nos interesa utilizar categorías del Saber Supercomplejo para descubrir estas carencias de los sistemas escolares y diseñar alternativas concretas para incluir la educación emocional como estrategia de mejora de los mismos y de crecimiento y potenciación de sus actores. Por ejemplo, algunas características bastante notorias que se observan en los comportamientos de los alumnos son producto de la sociedad contemporánea en cuanto a la constante y creciente agresividad que se da en la interacción entre los individuos que la conforman, y los altos niveles de ansiedad y distrés que genera la cotidianidad. Desde temprana edad los sujetos se ven sometidos a la misma.
Hay países como España, Estados Unidos, Singapur y Finlandia que incorporan la educación emocional de maneras que reflejan sus valores culturales y prioridades educativas, asegurando que los estudiantes no solo adquieran conocimientos académicos, sino que también desarrollen habilidades emocionales y sociales cruciales para su vida adulta.
Más allá de esta situación, muchos sistemas escolares siguen estando basados en la repetición, lejos de buscar despertar la curiosidad y reflexión en los alumnos o generar un aprendizaje realmente a conciencia. Pero es importante plantearnos también la forma en la cual afecta muchas veces nuestras creencias centrales sobre nosotros mismos, generando una cierta dependencia respecto al cumplimento de las expectativas del sistema o nuestra adaptación a él, desencadenando que aquellos que no lo logren sientan a menudo que fracasaron, que no valen nada, que no llegarán a nada en su vida e inclusive que no son realmente capaces de progresar, determinando y reduciendo así su valor, lo cual afecta su autoconcepto y autoestima, y con ello, sus emociones. Planteado así, nos surge el interrogante de si la necesidad de la inclusión de educación emocional en los programas y prácticas escolares no es en esencia una obligación reparatoria del sistema respecto de los daños y perjuicios que el mismo genera en los alumnos.
Esta problemática nos atraviesa a todos, provocando a su vez que tengamos una baja tolerancia a la frustración. Por esta razón considero que es necesario y de suma importancia pensar sobre la incorporación de un programa de educación emocional en las aulas desde temprana edad. El mismo deberá ser dinámico, evolutivo y adaptativo atendiendo a las realidades de cada comunidad.
El programa aportará distintos conocimientos y técnicas para que los niños trabajen en el reconocimiento y la aceptación de todas sus emociones, entendiendo que ninguna es mala, y que todas son relevantes y necesarias porque nos brindan información, impulsan conductas adaptativas e informan a los demás para estimular las respuestas deseadas; además de aprender distintas maneras de gestionarlas y expresarlas asertivamente, dándoles el lugar y la importancia que merecen sin lastimar a nadie en el proceso.
Un punto a resaltar es que este programa debe mantenerse no sólo en nivel inicial o primario, sino también durante la adolescencia, en el colegio secundario, de manera que se logre un acompañamiento paralelo al crecimiento personal de los alumnos, trabajando sobre los temas y características centrales en cada rango etario, a partir del entendimiento del desarrollo que se da en el mismo. Así, se pueden tratar algunos tópicos tales como la autoestima, las relaciones interpersonales y la empatía a lo largo de la adolescencia, o los límites y las emociones sociomorales durante la primera infancia, entre los 2 y los 4 años.
Es de gran relevancia incluir también algunos encuentros regulares con los padres a fin de informarles sobre las distintas características que suelen aparecer en la edad que su hijo está transitando. Esto les ayudará a comprender por qué actúa de determinada manera y les permitirá reaccionar a ello de forma asertiva y adecuada, además de guiar y estimular su desarrollo. Así, no sólo se acompañará a los niños, sino también a sus cuidadores en la compleja y muchas veces desconcertante labor de crianza.
He de destacar que todo este cambio en el sistema educativo debe comenzar por la aplicación de diversos cursos de capacitación emocional en los docentes que lo conforman, ya que si no se trabajan las creencias que muchas veces la propia institución con su metodología y funcionamiento imprime en los estudiantes, difícilmente se logre un cambio significativo a nivel personal en cada uno de ellos, por lo que si bien la educación emocional les dará las herramientas para comprender y gestionar sus emociones, algunas de ellas podrían seguir basándose en distintas creencias irracionales y pensamientos disfuncionales activados por este sistema. Es por esto que al tratar temas tales como el autoconcepto o la inclusión, necesitamos de una educación basada en mecanismos que fomenten un clima óptimo para el crecimiento que dicho programa busca generar en los niños y adolescentes. De esta manera, se formarán adultos con una mayor tolerancia al fracaso y las adversidades, que además poseerán un manejo adecuado de sus emociones y una gran empatía y comprensión hacia los demás, dando lugar a una mejor calidad de vida y a una sociedad más armoniosa y unida, abriendo las puertas a un creciente desarrollo no sólo de cada individuo en su particularidad, sino también a nivel social.
En conclusión, la implementación de cambios y mejoras en el sistema educativo tales como la inclusión de un programa de educación emocional en las aulas desde temprana edad, es de gran importancia para comenzar a trabajar en la prevención y resolución de distintas problemáticas sociales, abriendo las puertas a la mejora de nuestras relaciones interpersonales y nuestro desarrollo personal.
25 de septiembre de 2024 a las 21:57
Felicitaciones Bianca, excelente mirada sobre la Educación actual y la imperiosa necesidad de incorporar el aspecto emocional en la enseñanza.
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